Hace unas semanas acabé una historia que me ha mantenido atrapada durante otras tantas y cuya lectura saboreé como ese helado especial que procuras que no se acabe a pesar del calor que lo derrite poco a poco. Me estoy dando cuenta que, últimamente, cada vez más abundan en mi selección de autores, mujeres escritoras. Supongo que nos gusta buscar una cierta identificación en lo que leemos, debe ser por eso que encuentro ese click, que constantemente necesito, en historias de mujeres escritas por mujeres. Este es el caso de Todo ese fuego, la historia que imagina Ángeles Caso, a través de la producción literaria de otras tres mujeres, las hermanas Brontë. Lee el resto de esta entrada
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ESPERANZA
Hoy toca hablar de mis chicos de post-comunión, ese grupo de niños de entre 10 y 13 años con los que intento vivir (y transmitir) un poquito de esa fe con la que he crecido y que me ha hecho más fuerte de lo que nunca hubiera podido ser.
Hace un año o así, cuando muchas de las personas de mi entorno se enteraron de la existencia de este blog gracias a una breve reseña en la prensa local, enseguida me comentaron que sus padres se lo habían dicho y, con esa frescura infantil, me preguntaron si alguna vez hablaría de ellos. Pues aquí estáis, chicos. Este post va por vosotros. Lee el resto de esta entrada
DE COMO EL AZUCAR EN EL CAFÉ REMUEVE RECUERDOS
Esas sobremesas de café y pastas, cuando fluyen los recuerdos y las historias. El otro día mi madre nos contaba que la primera vez que ella tuvo oportunidad de votar fue cuando todavía vivía el Generalísimo. No recordaba la fecha ni tampoco qué se votaba exactamente. Era un referéndum de si o no y a ella le dijeron que votara sí y voto sí. Tenía veintipocos años y vivía con la familia para la que trabajaba sirviendo. En aquella familia se sentía muy querida y arropada. Con sus padres en el pueblo, eran como su otra familia. Lee el resto de esta entrada
OTRO 1º DE MAYO MÁS
Me pregunto que pensaré cuando relea este blog dentro de unos años. L buscaba estos días una foto para llevar al colegio de cuando era más pequeña y se lamentaba, incluso con un puntito de vergüenza, de la ropa que llevaba… ella y yo. Me imagino que me pasará igual, que las circunstancias habrán cambiado y aquella visión de las pequeñas cosas cotidianas ya no será la misma o, al menos, veré otros matices que entonces (ahora) no tuve en cuenta. Es la perspectiva del tiempo y la distancia. Lee el resto de esta entrada