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VERANO

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VERANO

Verano de 2019. ¿Cómo lo recordaré pasados unos años?  No voy a tener una referencia vacacional como el verano de Ligüerre, o el verano de Menorca o el verano de Portugal así que supongo que será el verano de la reboda. La Reboda, así bautizamos familiarmente una celebración con la que, a finales de junio, cerquita de la noche de S. Juan,  festejamos nuestros primeros 25 años juntos.  En realidad,  no dejaba de ser una excusa como otra cualquiera para celebrar algo tan sencillo como es la vida y la amistad. Resacosos perdidos de emociones, costó recuperar el ritmo cotidiano. Quizás por eso, el quinto aniversario de este humilde blog pasó sin pena  ni gloria, es decir, sin celebración.

Lo cierto es que este verano el cuerpo me ha pedido más lectura que escritura. También las circunstancias han hecho que me dedique más a aprender que a escribir. Más a observar que a escribir. Más a soñar que a escribir. Estoy viajando mucho, pero en cercanías.  Sentada en el vagón observo paisajes, andenes, personas… Imagino otras culturas, otras vidas, otras historias. 

En cuanto a lo de leer, descubro que he elegido muy bien la lectura de este verano (o ella me ha elegido a mi, siempre me asalta la duda). Es un libro que me está permitiendo viajar por toda Europa, incluso a través del tiempo. Se trata de Una lección olvidada, del periodista Guillermo Altares. Se lo regalaría a todas las chicas y chicos que, mochila a cuestas, viajan cada verano gracias al interrail. Incluso fantaseo con la idea de hacer ese interrail yo misma. ¿Habrá interrail para cuando me jubile? Creo que estoy dejando demasiadas cosas pendientes para entonces… ¿Me dará tiempo a todo?

Los recuerdos del Facebook hacen que añore otros veranos, como esas barbacoas nocturnas en el corral de la casa del pueblo, rematadas con rosquillas de mi madre, sacadas a la fresca y compartidas con vecinos que cuentan mil y una aventuras de tiempos pasados que, aunque suenen repetidas, siguen provocando risas cubiertas de complicidad. Como los granitos de azúcar que cubren y endulzan las rosquillas de mi madre. Igual.

Haciendo algo de repaso de estos cinco años de blog confieso que sigo enfadada con algunos temas. Por ejemplo, con los políticos incapaces de hacer bien su trabajo. También estoy enfadada con el Heraldo de Aragón. Por lo de los eres de este verano, sobre todo. Sin embargo, me muero por pillarlo en cuanto tengo ocasión durante el café del almuerzo. Busco con avidez las columnas de Cristina Grande o Picos Laguna. Siempre me han gustado sus miradas. La de Paula o Cristina Delgado  las tendré que buscar en otras páginas, me temo. ¡Maldito mercantilismo de m… que se permite prescindir de buenas profesionales!  Aún así, me alivia comprobar que hay cosas que no cambian, como la ilusión de los zaragocista cada comienzo de liga. Este año la ilusión tiene nombre y rasgos orientales, los de Kagawa. ¿Será éste el año del ascenso? Con menos redactores pero el Heraldo lo seguirá contando. Como seguirá contando la gran crisis humanitaria de los refugiados para que luego cada uno defendamos en la barra del bar (o en el muro del Facebook) si el Open Arms debería o no seguir rescatando personas antes de que se las trague el Mediterráneo. Yo lo tengo claro, sobre todo cuando escucho canciones como esta íntima (y preciosa) versión de Rozalen y su banda. Es fácil reconocerla. La original es de Juanes. 

Postdata: en la foto de portada un robado de la reboda. El cura no sale, pero lo hubo. Si me estás leyendo desde tu smartphone seguramente no la veas… Es un robado y los robados se cotizan doble, búscate un pc 😉

MI PRIMER DIA DE VACACIONES

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MI PRIMER DIA DE VACACIONES

Acabo de comenzar mis vacaciones. Ni con la quincena, ni con la semana, en pleno viernes, pero si el jefe me dice que hoy me las puedo coger, me las cojo, que no está el patio como para andarme con remilgos de cumplir con lo que viene a ser lo normal o tradicional. Lo llaman flexibilidad horaria o salario emocional. Bueno, yo lo llamo capear el temporal y adaptarse al negocio que hemos elegido. Estas semanas atrás me rondaba por la cabeza ese mantra que se repite en los libros y post de auto-ayuda de que hay que salir de la zona de confort y yo me pregunto dónde narices estará esa zona porque, lo que es yo, todavía no la he descubierto… El caso es que, después de un mes de julio laboral en el que me he visto montada en el Dragon Khan más de lo que me hubiera gustado, puedo decir que he sobrevivido y que me dispongo a pasar unos días de descanso y relax, a ver si se me pasa el mareo.

Esta mañana he seguido madrugando. Me obligaba una visita médica más o menos rutinaria, nada que destacar, así que luego he decidido aprovechar la salida para hacer una de esas cosas que me encantan y que ya no puedo hacer con la frecuencia que me gustaría: desayunar una buena taza de café con leche leyendo tranquilamente la prensa. Si a ello le añado buena compañía, buena música de fondo, blues por ejemplo, y una tostada de tomate y aceite, pasa a formar parte de mi lista particular de esos momentos razonablemente felices de los que alguna vez ya he hablado. La cafetería elegida es ésta que os enlazo, por si alguien tiene curiosidad. Hoy estaba libre El País. Desde que me enteré que ponían al frente del mítico periódico nacional a Soledad Gallego-Díaz, vuelve a merecerme toda aquella credibilidad que, de un tiempo a esta parte, había perdido. Solía despertarme con sus certeras reflexiones en una emisora de radio, con esa voz rasgada que me inspira sabiduría y experiencia, así que espero que sepa encauzar el timón del diario hacia aguas menos turbias y mercantilistas. Difícil misión en los tiempos que corren. Comienzo a leerlo por la contraportada, como siempre, y me encuentro con una entrevista a Lucía Marín, directora de orquesta. Resulta interesante conocerla a través de sus respuestas. Me quedo con la frase que le dijo su mentor, el maestro García Asensio, sobre sus brazos, la de que «los tenía extraordinarios para ese trabajo» y con la del Cholo Simeone llevada a su campo: «concierto a concierto». Mola la filosofía del Cholo. Luego he seguido con la crónica del concierto de Diego el Cigala en el Sonorama y he acabado recordando aquella noche de verano en la que disfrutamos de Chucho y Bebo Valdés tocando su son en la plaza de toros de Zaragoza. Hace unos cuantos años ya de aquello. Recuerdo que también era un agosto muy caluroso y lo recuerdo porque me viene la imagen de la ropa que llevaba: una blusa naranja, un pantalón capri negro, unas alpargatas de esparto con un poquito de cuña y un abanico con el que no paraba de darme aire. Al final del concierto bajamos a la arena del ruedo y bailamos. JL siempre se sorprende cuando le cuento estas cosas y tengo recuerdos de esos pequeños detalles. A mi también me asombra lo selectiva que puede llegar a ser la memoria.

Ignoro si dentro de unos años recordaré este primer día de vacaciones. Por eso, quizás, escribo este post.

Kate y Cari

Imagen del momento en el que JL intenta hacer memoria de aquello que le cuento.

 

MIRÁNDOLOS A LOS OJOS

MIRÁNDOLOS A LOS OJOS

Lo hicieron. Al final preguntaron. Como siempre. Aprovechando el rato de la comida, en torno a la mesa, cuando mejor nos podemos mirar a los ojos unos a otros, entre un «pásame, porfa, el pan» o levantando el vaso y las cejas para que no se despiste el que está sirviendo el agua. «-¿Pero… qué pasa en Hungría?» Así, a traición, cuando el hilo de tus pensamientos van por otros derroteros más domésticos y menos trascendentales. Y no tienes más remedio que contestar, como buenamente sabes, reconociendo que los conflictos internacionales se te escapan del entendimiento, como tantos y tantos temas. Lee el resto de esta entrada

TIEMPOS DE ESPERA

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TIEMPOS DE ESPERA

Hoy me siento como el conejo de Alicia, corriendo, corriendo con el reloj en mano con la absoluta certeza de que estoy llegando tarde pero queriendo llegar igualmente. El tiempo, que se escapa. El tiempo que me encorre. El tiempo que, contradictoriamente, de vez en cuando me regala momentos de espera… Ahora me toca esperar todas las mañanas unos minutos acompañando a tres ancianos que esperan a que llegue el microbús que les lleva a la residencia. Uno de ellos no sabe ni a que espera, por el no esperaría y andaría sin rumbo, aunque tenga que parar cada tres pasos porque esa pierna no sabe lo que le pasa, pero no va bien… El otro anciano, como no habla y apenas te mira, no sabemos lo que espera. Lee el resto de esta entrada

VITAMINAS PARA EL ESPÍRITU

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VITAMINAS PARA EL ESPÍRITU

Cifras que siguen escandalizando. Lo escucho en la radio del coche: Una de cada tres mujeres sufren violencia de género en el mundo. Todos los 25 de Noviembre, desde que en diciembre de 1999 se acordara por la ONU, se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. No conocía este dato hasta que he buscado información para escribir este post, pero me gusta que coincida con el año en que nació mi hija porque, y los padres creo que me daréis la razón, hasta que no tenemos hijos no tenemos miedo. Lee el resto de esta entrada

PERIÓDICOS

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PERIÓDICOS

«Prorrogado hasta el domingo» leo ayer en la portada del ejemplar del Heraldo que llevo comprando estos días. Tengo ilusión por que nos toque un abono para el Real Zaragoza. L, futbolista y futbolera, lleva un par de años pidiéndome un abono y convertirse así en zaragocista oficial pero mi faceta de gestor económico-logístico familiar me decía que no era ese el momento. Ahora considero que, logísticamente ya podría ser pues L se va haciendo mayor y, por lo tanto, independiente y en cuanto al económico, si Heraldo se encarga de subvencionar el proyecto a cambio de comprar durante varios días seguidos el ejemplar, me parece bien (léase aquí la absoluta seguridad de que nos va a tocar…)

Y es que, me sigue gustando mucho más leer el periódico en papel. Pasar sus páginas con orden que, en mi caso, casi, casi siempre, es desde la contraportada. A no ser que haya una noticia en portada realmente buena que sea merecedora de ser leída de inmediato, prefiero sumergirme en el personaje al que entrevistan al final. Muchas veces es conocido y, simplemente, descubro o confirmo alguna faceta suya interesante y otras veces es alguien al que no conocía y que me da alguna pista sobre algo que llama mi atención.

Estos días de verano y descanso casi siempre lo leo en la piscina y resulta todo un reto ponerme a leer sin que se me desmonte con el aire a la mínima. L me dijo un día que leía el periódico con mucha elegancia (por aquello de que procuro que no se me vayan las hojas, sospecho). Me gustó y me lo creí. Para mí es todo un cumplido. Y me acuerdo de mi padre que, ya jubilado, me lo encontraba muchas veces leyendo el periódico, con sus gafas de leer en la punta de la nariz, desmenuzando las noticias y levantando la mirada por encima de la montura para compartir alguna en voz alta, sobre todo las del cuadernillo sepia, intentando comprender los sucesivos cambios en política económica de los gobiernos… A veces pienso que casi es mejor que no haya vivido estos años de zozobra económica y social porque su nivel de indignación habría podido con él… Y a veces pienso que he sido yo quien ha tomado su relevo en ese sentido.

Cuando viajamos a algún sitio también me gusta pillar un periódico, a poder ser, local. Yo lo incluiría en el kit completo del perfecto viajero, pues te permite conocer la actualidad de la localidad y, sobre todo en verano, siempre te encuentras páginas en las que descubrir algún aspecto de la cultura o el arte que ampliará y mejorará la visita. Es entrar en un sitio a comer o, simplemente a tomar un café o un refresco y rápidamente rastreo el local en busca de algún ejemplar libre con el que «aprovechar» la espera.

Porque… hay tantas cosas que desconocemos… Por ejemplo, el otro día me enteré de que en Secastilla, un pueblo de Huesca, siguen la tradición de «ofrecer a la Virgen» el peso del bebe nacido en la familia durante el último año en productos de alimentación producidos en su localidad. Es decir, pesan al bebe (este año fueron 12 niños y 9 niñas de entre mes y medio y un año) en una balanza gigante que conservan en el santuario y equilibran el otro lado de la báscula con productos típicos (tomates de Barbastro, aceite del Bajo Aragón, jamón de Teruel, sandias de 9 kgs…) Independientemente de las «inclinaciones» religiosas de dicho santuario en cuestión, me pareció una tradición simpática, aunque no explicaban el destino de dichos alimentos. Quiero pensar que los recogería algún Banco de Alimentos o similar. Aquí falló un poco la información, todo hay que decirlo, pero en este caso no firmaba nadie el artículo, lo cual me da una pista de como se trabaja en un periódico. Pero bueno, para eso estamos los lectores, para ser críticos, imaginativos… y si algo no nos convence, seguir buscando.

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En la imagen, comprobando los números ganadores del abono futbolero.

 

DIAS DE RADIO

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DIAS DE RADIO

 

No sé desde cuándo este enamoramiento por escuchar la radio. Creo que desde siempre.

La verdad es que en casa siempre se ha puesto mucho la radio. Me recuerdo bien pequeña, por las tardes, imitando a mi madre con alguna labor de costura, ella con su faena y yo con mis muñecas, y escuchando de fondo la radionovela de turno seguida del consultorio de Elena Francis… en cualquier caso historias contadas, unas inventadas y otras reales (o no, quien sabe). La magia de la radio, eterna compañía.

Fui creciendo y escuchándola sola. Descubriendo los éxitos musicales del momento en los 46RJ (los 40 Principales vendrían después) y pidiendo a mi padre el magnetofón para intentar grabar alguna canción sin que la cortase con su cháchara el locutor de turno. Era como una especie de reto. Más tarde, con el trofeo en mi cassette, era el momento de compartirlo con mi prima, compañera de juegos en aquella época, para cantar y cantar la canción hasta aprendernos la letra. Todavía no se habían puesto de moda los karaokes, pero nosotras, a nuestra manera, ya lo inventamos.

Luego, en los años 80, preparando la mesa para comer, con Luis del Olmo de fondo y su  «Debate sobre el Estado de la Nación»…  siempre eternos aquellos humoristas: Gila, Mingote, Chumy Chumez, Tip y Coll… Únicos.

Los años siguientes fueron los de escuchar la radio en el coche, camino (o de vuelta) al trabajo. Ese humor tan absurdo como genial de Guillermo y Juan Luis, Gomaespuma. Las críticas de cine con el didáctico a la par que arrogante Carlos Pumares. Y un, entonces, desconocido Pablo Motos que se asomaba a las ondas con toda  su panda de amiguetes en No somos Nadie.

Pero cuando más me impacta (y valoro) la labor de los periodistas de radio es cuando relatan los sucesos. Siempre me acordaré de aquella noche de Agosto, sin poder dormir, escuchando el relato de la riada del Camping de Biescas, imaginándome la angustia de tantas familias destrozadas y sintiendo su dolor a través de las voces de la radio. O la mañana del 11 de Marzo de 2004, escuchando de la voz de Iñaki, esa incredulidad compartida por las primeras conjeturas sobre la autoría del espantoso atentado. O las crónicas de Olga Rodríguez, con su voz siempre dulce y cálida, contando los desastres de las bombas en Bagdad. O el verano pasado, el descarrilamiento del tren de Santiago. Escuchaba la radio preparando la cena cuando pidió paso Xaime López para relatar de una manera estremecedora lo que estaba presenciando. Su micrófono llegó mucho antes que las cámaras de televisión.

Si tuviera que elegir un programa, ese sería sin duda Estudio de Guardia, de Radio Zaragoza. Allí descubrí al ocurrente Miguel Mena, acompañado de la siempre paciente y cariñosa Mª Carmen Pino y con un jovencísimo Juanjo de productor atendiendo en primera línea de fuego las llamadas de los oyentes, con sus quejas, preocupaciones y consultas. Todo un emblema para conocer la actualidad de nuestra ciudad de mano de sus protagonistas, los ciudadanos. Miguel, entre libro y libro, pasó a hacer el programa del fin de semana y con él siempre es un buen momento para descubrir un pueblo, una calle, una canción… De lunes a viernes cogieron el testigo David Marqueta y Juanjo Hernández… Me parto cuando las oyentes que salen en antena les confunden o les echan piropos. Con su amabilidad y simpatía representan el yerno que toda madre quisiera tener.  Yo diría que reciben más llamadas de mujeres que de hombres y, desde luego, las señoras mayores son mis preferidas. El otro día llamó un amor de madre, una señora cuyo único propósito era promocionar la publicación del primer comic de su hijo… con dificultad acertaba a decir el nombre del cómic (en inglés) pero su candidez llamando a la emisora sólo para hablar del proyecto de su hijo, ayudándole de alguna manera a conseguir el éxito… fue un momento tan adorable.

 

 

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Aquí encontrarás cuentos, actividades e investigaciones que promueven la educación y la terapia por medio de la narrativa. Claudine Bernardes es escritora y especialista en cuentos terapéuticos. Docente de narrativa en terapia en la Clínica Escuela del Instituto IASE con sede en Valencia, España.