No recordaba que yo era glorista, pero lo soy. El libro de Gloria Fuertes – Antología de poemas y vida, editado por la maravillosa Blackie Books, me lo ha recordado. Y me gustaría pensar que ya no soy la única en casa. El otro día oigo a L: «Me voy un rato con Gloria«… En ese momento confieso que no le hago mucho caso… «¿Con Gloria? ¿Quién es Gloria?… Será alguna chica del instituto… Tras dos años, todavía me pierdo con algún nombre», pienso mientras continúo con lo que sabe Dios que estuviera haciendo en ese momento.
Por la noche, comparte conmigo sus pensamientos. No entiende por qué nadie le ha hablado de Gloria Fuertes en las clases de lengua y literatura. Acaba de descubrir su vida y su obra devorando el libro que deambula por nuestro comedor y le parece tan interesante (o más) como puedan ser los autores, en su gran mayoría hombres, que ha conocido por obra y gracia del temario de este curso. Salvo honrosas excepciones, siguen siendo muchas las grandes olvidadas.
Como nadie le ha hablado de Gloria le hablo yo. Le cuento que a finales de los setenta, cuando servidora era una niña de 9 ó 10 años, no había tele por la mañana, sólo carta de ajuste y que la tele de casa todavía era en blanco y negro. Le cuento que los niños de entonces, en invierno, cuando el frío y nuestras madres no nos permitían jugar en la calle, merendábamos delante de la tele viendo Un globo, dos globos, tres globos y que, por eso, Gloria era alguien cercano y familiar. Como si fuera la tía Gloria, esa tía simpática y bonachona que siempre vestía chalecos de colores o corbatas enormes, que nos invitaba a sentarnos alrededor de su mesa camilla y que nos contaba cuentos sencillos llenos de poesía y verdad. Con Gloria, por ejemplo, me hice pacifista, ecologista y hasta un poquito cuentista.
QUINIENTOS KILOS
La ballena azul
nació en el Mediterráneo…
Nadando, nadando
cruzó el ancho Estrecho
y llegó una mañana
a la costa africana.
Se quedó en la costa africana
porque le dio la gana.
La robaron del mar,
que era su dueño,
y la pescaron los noruegos.
Sólo su corazón pesaba
media tonelada.
La ballena azul
estaba enamorada.