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LA REVOLUCIÓN DE LOS CUIDADOS

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LA REVOLUCIÓN DE LOS CUIDADOS

Paseo por el centro de mi ciudad. Hace una mañana espléndida. Hace tan buena mañana que, en mi búsqueda de un regalo para un cumpleaños que se acerca, me despisto y acabo buscando la sombra de los tilos. Siguen pelados. Imagino que pronto empezarán a salir esas hojitas que anuncian la primavera y que, en cuestión de semanas, acabaran por cubrir todas las copas para regalarnos esa sombra con la que aliviar el calor del verano. ¡Qué ganas de buen tiempo! Qué ganas de cambiar de ropa y guardar los abrigos para la próxima temporada. Qué ganas de sacar las sandalias y dejar de lavar calcetines. ¿Hay algo más tedioso que tender calcetines? Creo que no. Al menos yo, a estas alturas del invierno, no encuentro otra tarea que menos me guste . Así lo siento y lo manifiesto.

En mi paseo me encuentro con un grupito escolar. Son muy pequeños. Calculo que son de primer ciclo de primaria. Los comparo con L y acabo convencida de que sí lo son. L, hoy, es el hijo de mi amiga M. A falta de sobrinos carnales, reparto mi cariño entre las hijas y los hijos de mis amigos y a L le quiero mucho. También se hace querer, las cosas como son. Me resulta difícil separarme del grupito ya que se despierta en mí esa vena protectora, al verlos tan pequeños, hasta que caigo en la cuenta de que los tres adultos que les acompañan lo tienen bien organizado. Observo que caminan por parejas y de la manita. Como son impares, hay un trio. No se sueltan de la mano en ningún momento. Pienso en la charla que habrán tenido previamente en el aula sobre que deben cuidar de su pareja, sin soltarse de la mano, y así evitar que alguien se pierda. Me hubiera gustado acompañarles más rato pero nuestros caminos no siguen la misma ruta. Acabo de recordar que el objetivo de mi paseo es ese regalo.

Poco a poco, mi paseo me va transformando. Ese pensamiento sobre los cuidados que nos enseñan desde la más tierna infancia. Ese grupito de locos bajitos, como cantaba Serrat, me hace pensar en la aventura que habrá supuesto salir de la seguridad del colegio para caminar por el centro de la ciudad, entre tantos gigantes desconocidos. Sin embargo iban la mar de contentos y tranquilas. Hablando y sin acordarse para nada de sus mamás y sus papás que seguro estarán más nerviosos por esta primera excursión al museo.

Yo siempre he sido una madre bastante confiada. Mis hijos alguna vez me recuerdan que, en alguna ocasión, incluso demasiado. En un viaje a Valencia, les dejé unos minutos al cuidado de un taxista, mientras recogía el equipaje del hotel y ese momento, al parecer, les pareció una eternidad. Un trauma dicen que tienen. Pasan los años y yo sigo con mi argumento de que, como buena hija de taxista, confiaba plenamente en aquel señor. Y ahora, tras ver al grupito en parejas, pienso que, de una manera inconsciente, también les dejé esos minutos solos para que se cuidaran entre si. Me gustaría que, cuando lean esto, piensen en ello. En lo de cuidarse mutuamente, aunque imagino que será el tiempo el que les haga caer en la cuenta.

A mí poco más me queda ya que enseñarles. Y, aunque al principio haya expresado que no me gusta tender, recoger, zurcir y guardar limpios los calcetines en el cajón, ahora caigo en la cuenta que hacerlo también es cuidar. Como tantos pequeños actos que hacemos al cabo del día.

APUNTES QUE NUNCA LLEGAN A LOS CUADERNOS

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APUNTES QUE NUNCA LLEGAN A LOS CUADERNOS

Hace unos días me quedé afónica (y no era la primera vez en este otoño-invierno). A juzgar por la cadencia de mis entradas en este blog, parece que mi mente también se queda afónica con demasiada frecuencia, pero nada más lejos de la realidad. Mis entradas mentales al blog son inagotables. Siempre he fantaseado con que alguien invente un aparatejo que escriba directamente las ideas que se me van ocurriendo para futuras entradas en este blog. O ya que nos ponemos, que escriba directamente este blog. La realidad es que, aunque siempre procuro tener un cuaderno en el bolso o en la mesilla de noche, no siempre acabo apuntando todo aquello que se me ocurre. Lo más parecido a mi fantasía es el bloc de notas del móvil, ese que me desapareció la última vez que tuve que resetear totalmente el android. Nunca me he sentido tan dependiente del móvil como cuando me di cuenta del error de no hacer una copia de seguridad de esa aplicación.

Acabo de hacer un parón para ir a la cocina a preparar la comida de hoy. En el coche conduciendo, paseando por la calle o faenando en mi cocina suelen ser buenos momentos para que esas ideas de las que hablaba fluyan como el agua de los ríos en primavera, pero casi siempre dejo de apuntarlas en alguno de esos cuadernos. Un ejemplo: buscando en el frigorífico los ingredientes para el puchero, me he tropezado con el platito de embutido que todavía queda de la cena de Nochebuena, ese que se nos olvidó sacar a la mesa y que sólo echamos en falta cuando ya estábamos empachados de tanta comida. La verdad es que luego viene muy bien durante el resto de la semana para picar algo mientras preparo la comida cotidiana porque, a la vez que sacio un poco el hambre que empieza a aparecer, rememoro pequeños flashes de las cenas y comidas navideñas. Recuerdo que mi madre comentó que el salchichón no era muy allá, así que como mi madre es de las poquitas personas que todavía me aportan la credibilidad necesaria para seguir confiando en la raza humana, dediqué mis afanes al jamón y al chorizo que sí gozaban de su aprobación. ¿Qué queda ahora en el plato? Pues el salchichón. Le pasa lo mismo que a las galletas sin chocolate del surtido navideño. El caso es que hoy, por fin, el salchichón ha tenido su oportunidad en mi paladar, con la agradable sorpresa de que a mí me ha parecido bastante bueno. Lo mismo pasa con todo lo que leemos en las redes sociales. Incluso las reflexiones de quienes nos merecen toda la credibilidad del mundo pueden tener un matiz con el que no necesariamente tengamos que estar de acuerdo. Yo a eso le llamo criterio y es lo que más he echado en falta este año a nivel general en muchas de las conversaciones en tertulias y sobremesas, conversaciones bastante influenciadas por redes sociales y prensa en general, me parece a mí. ¿Por qué nos estamos radicalizando tanto? Entre el blanco y el negro hay un amplio pantone con una diversidad maravillosa que si todas las personas fuésemos capaces de apreciarla, «fliparíamos en colores».

Acabo de buscar cual ha sido el color del año 2018 y, mira tú por dónde, ha sido el violeta… Creo que nunca llegué a contar por aquí mi 8 de marzo. Fui a la manifestación con una de mis mejores amigas, charlamos y compartimos reflexiones, como en tantas otras ocasiones, pero esta vez formando parte de esa marea feminista que rezaba como titular en los periódicos del día siguiente. Acabamos fascinadas por el ambiente reivindicativo que se respiraba. Allí nos encontramos con mi madre y su amiga, que cambiaron de ruta en su paseo diario para aportar su presencia en la manifestación, como luego declaró mi madre a la reportera de un periódico local. Al día siguiente mi madre, que se manifestaba por primera vez por algo en su vida, era portada, junto con otras trece mujeres zaragozanas, de aquel 8-M.

Creo que fue Patricia Botín la que dijo que nos parecía que el feminismo era una reivindicación del pasado, y no. Es necesario ser feminista aquí y ahora, porque basta con observar nuestra realidad más cercana para darnos cuenta de que todavía falta mucho para llegar a esa igualdad que proclama el articulo 14 de la Constitución Española o la Carta de las Naciones Unidas. Me parece que este año ha sido el definitivo para que nos paremos a pensar y reflexionar sobre el tema y nos propongamos muy en serio cambiar muchas actitudes y comportamientos. Podríamos empezar por el lenguaje inclusivo, a ver si de una vez por todas lo normalizamos y deja de ser motivo de burla y de tirarnos los trastos a la cabeza. Yo soy la primera que reconozco que es difícil y que cambiar la forma de hablar con la que nos han educado desde la infancia cuesta, pero como todo en esta vida, no pasa nada por intentarlo.

Personalmente soy optimista y tengo una señal que lo demuestra. En mi top de canciones de este año que el Sr. Spotify tiene a bien regalar a mis oídos, los 6 primeros puestos están ocupados por 3 hombres y 3 mujeres (y en mis gustos musicales no aplico ninguna cuota paritaria, lo prometo). Como al final acabo charrándolo todo os cuento los artistas que encabezan mi maravillosa lista y que son, por ese orden: El Kanka, Sting, Rozalén, Radio Futura, Mª José Hernández e Imelda May… ¡Ojalá sea una premonición de que la igualdad está cada vez más cerca!

Aquí os dejo una pequeña muestra de lo que se viene haciendo por el movimiento feminista, esta vez a cargo de una artista que se permite aconsejar a las niñas y niños que acuden a sus conciertos que escuchen y pasen muchos ratos con sus abuelos. ¡Adorable!

UNA DE GANGSTERS

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UNA DE GANGSTERS

Desde que leí hace tiempo esta columna de Reverte yo también «me pregunto cómo hacen los que no vieron cine ni leyeron libros para interpretar la vida». Por eso, cuando J me propuso que viera con él una serie en Netflix que no era precisamente la que yo hubiera elegido, no me pude escaquear. Hace tiempo que asumí que absolutamente nada de lo que «yo le recomiende» va a influir en su libre criterio de lo que quiere o no quiere ver (en todo caso, la moneda siempre caería en el lado del no), así que si «una amiga le recomienda algo», no voy a ser yo quien lo censure. Eso sí, ya que me invita, no voy a perder la oportunidad de carraspear llegado el caso y hacer notar de algún modo que tal o cual escena no es del todo un modelo a seguir en la vida… Lejos quedan los tiempos en que Peter Pan y su adorable tropa aparecían en la pantalla de mi tele un día sí y otro también. Demos paso a Tommy Shelby y sus Peaky Blinders.

Creo que me perdí los primeros capítulos pero su empeño por ponerme en antecedentes, con aquello de que la trama empezaba acabada la primera guerra mundial, con fechas y detalles que bien le pueden venir en futuros exámenes en el colegio, me reafirmó en mi buena disposición para empezar a verla con él. Vamos por la cuarta temporada. Uno de los puntos a favor, que las temporadas son cortas. No se andan por las ramas. Ni falta que hace. Una trama principal con todo el peso en el personaje de Tommy y las justas secundarias para enriquecer al resto de los personajes no necesitan más capítulos. Más puntos positivos: la música. La banda sonora acompaña de una manera absolutamente embriagadora. Un pequeño inciso por comparar. Hace poco empecé a ver algún capítulo de Las Chicas del Cable y de hecho ahí anda, en el limbo de las series sin acabar… Aunque también es verdad que para gustos colores. Sigamos: los comienzos de capítulo… enlazando con el final del anterior de una manera que te anuncia que algo gordo va a pasar a lo largo de éste. Así sí se engancha a la gente. Así sí. Los diálogos… aunque Tommy Shelby sea un hombre de largos silencios y pocas palabras. Los diálogos con los villanos de cada temporada me recuerdan tanto a las pelis de antes. Y luego están los personajes femeninos… Polly, Ada, las distintas amantes del protagonista… Merecerían otro post aparte. Me lo pensaré.

El punto negativo lo marcaría mi conciencia social de madre madrísima. He tragado mucha saliva viendo esta serie en el mismo sofá que ese larguirucho que hace nada era un bebé. Me temo que él también. Cuando era pequeño y en alguna escena había demasiados besos o le daba miedo, se echaba a correr por el pasillo o se tapaba la cara con la primera almohada que pillaba. Ahora, cuando los besos van siempre más allá, se pone a mirar el Instagram no se haya perdido algo interesante en los últimos veinte minutos… Me acuerdo de mi madre… Qué fácil lo tenía con aquello de ¡uy, mira, dos rombos, mayores de dieciocho años, ale, a la cama!… Y a la cama que me iba… Sacudiéndome esa pequeña losa de estar viendo algo políticamente incorrecto por lo que fácilmente pudieran quitarme la custodia (y no lo digo sólo por el sexo), comienzo a analizar la serie y descubro que no se aleja tanto de aquellas películas en blanco y negro que me cautivaron a su misma edad. Los de mi generación nos lamentamos que nuestros hijos apenas conocen el cine clásico. Realmente, tienen una oferta tan amplia que sólo algún que otro bicho raro buscará aquellas películas que veíamos nosotros en la tele. Con este pensamiento se me acaban los argumentos para censurarle la serie. Qué le voy a decir cuando yo misma crecí convencida de que hasta el mismísimo Bogart escondía un tierno corazoncito debajo de aquella gabardina.

Casablanca escena final

TODO ES POSIBLE

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TODO ES POSIBLE

Comienzo a cocinar esta entrada mientras L se pasa el día fuera de casa, en sus pruebas de la EVAU, las que estos días se realizan en toda España y que antes llamábamos «selectividad». Es el remate de un curso extraño en el que, demasiadas veces, ha primado la incertidumbre por no tener muy claro qué asignaturas y contenidos eran los que, al final, contarían para las pruebas. La vida son números y el destino de muchos estudiantes así comienza, con un número, con una nota.

Atrás queda el colegio y el instituto. No hay vuelta de hoja, por mucho que nos empeñemos.

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VOY EN BUSCA DE UN LEÓN

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VOY EN BUSCA DE UN LEÓN

Por fin nos estamos dando cuenta de que el uso abusivo de las redes sociales, y de Facebook en particular, ya no nos hace tan felices como pensábamos. Según un reciente estudio, para quien no para de «colgar» fotos de momentos felices supone un auténtico estrés, primero por parar a cada momento para fotografiar todo lo fotografiable y luego, por analizar cuántos likes obtiene de ese mogollón de «amigos» que conforman su red, ajeno a la profunda envidia que provoca en buena parte del personal que lo ve. Esto, como todo, requiere una cierta dosis de equilibrio y mesura pero, si no podemos por nosotros mismos, Lee el resto de esta entrada

AQUELLAS MARAVILLOSAS REVÁLIDAS

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AQUELLAS MARAVILLOSAS REVÁLIDAS

Como madre de una chica estudiando 2º de Bachillerato y un chico en 3º de ESO, el tema de las famosas Reválidas vuelve a ocupar estos días mis pensamientos. En un primer análisis lo primero que se me ocurre es que esos exámenes, en principio, simplemente tendrían que ser un reflejo de lo estudiado. Por lo tanto, si el alumno ha aprendido bien, no tiene por qué tener problema en superarlo. Lee el resto de esta entrada

GEOPOL 21 antig

Medio de análisis de la geopolítica global

Francisco Yagüe Ágreda

Un espacio para la reflexión y la opinión

Comentarios en: Sobre encargos y expectativas

Reflexiones de una maña ligeramente afrancesada.

MUJERES QUE HACEN LA HISTORIA - BREVES BIOGRAFIAS

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Sin salir de la comarca

Planes en la Comarca Central de Aragón

Carmelitas Descalzas de Cádiz

Monasterio del Santísimo Corpus Christi y San José de Cádiz

Pinceles de Papel

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Poemas del Alma

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Antonio Muñoz Molina

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el mono espabilado

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Notas desde algún lugar

Londres y más allá

Tócala otra vez, Sam

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El Blog de Pepa Torres Pérez

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Cuento en educación y terapia con Claudine Bernardes

Aquí encontrarás cuentos, actividades e investigaciones que promueven la educación y la terapia por medio de la narrativa. Claudine Bernardes es escritora y especialista en cuentos terapéuticos. Docente de narrativa en terapia en la Clínica Escuela del Instituto IASE con sede en Valencia, España.