Archivo mensual: marzo 2023

LA REVOLUCIÓN DE LOS CUIDADOS

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LA REVOLUCIÓN DE LOS CUIDADOS

Paseo por el centro de mi ciudad. Hace una mañana espléndida. Hace tan buena mañana que, en mi búsqueda de un regalo para un cumpleaños que se acerca, me despisto y acabo buscando la sombra de los tilos. Siguen pelados. Imagino que pronto empezarán a salir esas hojitas que anuncian la primavera y que, en cuestión de semanas, acabaran por cubrir todas las copas para regalarnos esa sombra con la que aliviar el calor del verano. ¡Qué ganas de buen tiempo! Qué ganas de cambiar de ropa y guardar los abrigos para la próxima temporada. Qué ganas de sacar las sandalias y dejar de lavar calcetines. ¿Hay algo más tedioso que tender calcetines? Creo que no. Al menos yo, a estas alturas del invierno, no encuentro otra tarea que menos me guste . Así lo siento y lo manifiesto.

En mi paseo me encuentro con un grupito escolar. Son muy pequeños. Calculo que son de primer ciclo de primaria. Los comparo con L y acabo convencida de que sí lo son. L, hoy, es el hijo de mi amiga M. A falta de sobrinos carnales, reparto mi cariño entre las hijas y los hijos de mis amigos y a L le quiero mucho. También se hace querer, las cosas como son. Me resulta difícil separarme del grupito ya que se despierta en mí esa vena protectora, al verlos tan pequeños, hasta que caigo en la cuenta de que los tres adultos que les acompañan lo tienen bien organizado. Observo que caminan por parejas y de la manita. Como son impares, hay un trio. No se sueltan de la mano en ningún momento. Pienso en la charla que habrán tenido previamente en el aula sobre que deben cuidar de su pareja, sin soltarse de la mano, y así evitar que alguien se pierda. Me hubiera gustado acompañarles más rato pero nuestros caminos no siguen la misma ruta. Acabo de recordar que el objetivo de mi paseo es ese regalo.

Poco a poco, mi paseo me va transformando. Ese pensamiento sobre los cuidados que nos enseñan desde la más tierna infancia. Ese grupito de locos bajitos, como cantaba Serrat, me hace pensar en la aventura que habrá supuesto salir de la seguridad del colegio para caminar por el centro de la ciudad, entre tantos gigantes desconocidos. Sin embargo iban la mar de contentos y tranquilas. Hablando y sin acordarse para nada de sus mamás y sus papás que seguro estarán más nerviosos por esta primera excursión al museo.

Yo siempre he sido una madre bastante confiada. Mis hijos alguna vez me recuerdan que, en alguna ocasión, incluso demasiado. En un viaje a Valencia, les dejé unos minutos al cuidado de un taxista, mientras recogía el equipaje del hotel y ese momento, al parecer, les pareció una eternidad. Un trauma dicen que tienen. Pasan los años y yo sigo con mi argumento de que, como buena hija de taxista, confiaba plenamente en aquel señor. Y ahora, tras ver al grupito en parejas, pienso que, de una manera inconsciente, también les dejé esos minutos solos para que se cuidaran entre si. Me gustaría que, cuando lean esto, piensen en ello. En lo de cuidarse mutuamente, aunque imagino que será el tiempo el que les haga caer en la cuenta.

A mí poco más me queda ya que enseñarles. Y, aunque al principio haya expresado que no me gusta tender, recoger, zurcir y guardar limpios los calcetines en el cajón, ahora caigo en la cuenta que hacerlo también es cuidar. Como tantos pequeños actos que hacemos al cabo del día.

BUSCANDO A JULIETTE

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BUSCANDO A JULIETTE

Estoy leyendo ¡Esa luz! de Carlos Saura. No sabía que también escribía pero la casualidad ha hecho que llegue este libro a mis manos y con él ando estos días. Me hace ilusión homenajearle con esta nueva (para mi) faceta artística.

Comienzo a leer las primeras páginas y me digo a mí misma que por eso soy pacifista, por todas las historias sobre cualquier guerra que he leído. No sé qué lecturas habrá tenido Putin en su vida, por eso, no logro entender esa guerra suya contra Ucrania. Yo leo historias como la que estoy leyendo y, con que tengas un poquito de humanidad, entiendes que las guerras son un sinsentido. Todo ese sufrimiento, empezando por la población civil, no tiene ninguna justificación. ¿Qué necesidad? Digo yo. Pero el caso es que así estamos, un año de guerra llevamos y sin ningún propósito de que vaya a acabar.

Pues estas cosas rondan por mi cabeza estos días y, como hace tanto que no me paso por aquí, no sabía muy bien cómo retomar este blog. Tampoco sé si seguiré mucho por aquí. Depende del resto de cosas que vayan pasando por mi cabeza, porque la escritura, un poco, también va de eso, de escribir lo que se nos pasa por la cabeza. Luego está el filtro de saber si tal o cual historia puede interesar a alguien, pero eso es tan relativo. Volviendo a Putin, y según mi razonamiento, él seguro que no ha leído los mismos libros que he leído yo. Eso, o no tiene humanidad, que también puede ser. El caso es que cada persona tira por unas lecturas y no por otras y así traduce su vida. También con las películas, las series y todos los distintos entretenimientos con los que vamos pasando los días y los años.

Hablando del tiempo que pasa. Casi ya dos años que no me pasaba por aquí. Tampoco he tenido mucho que contar. O sí, pero bueno, ahí se queda. Muchas veces pensaba que ya había contado todo lo que tenía que contar y que era mejor dejar el blog como quien guarda un viejo cacharro en el desván en lugar de tirarlo. Algo así he hecho estos años con este blog. Pero hoy, mi profesor de pilates ha dicho que él va a las rebajas del trastero y recupera un pantalón de hace años (él, que puede y que, al parecer, se mantiene en las mismas medidas que hace años) así que me ha recordado este viejo blog y me he venido al trastero a quitarle un poco el polvo y a probármelo otra vez, a ver qué tal me queda.

En realidad, no. Lo de escribir de nuevo, se me ocurrió ayer, leyendo. Me parece que es más lógico, pero el símil del profe de pilates me ha venido a la cabeza y me ha hecho gracia ponerlo por aquí.

Ha pasado tanto tiempo que el entorno de wordpress, donde tengo alojado este blog, ha cambiado un montón y me está costando un poco encontrar las cosas. Es lo que pasa con el tiempo que, poco a poco y a la chita callando, nos va cambiando el paisaje. Pero me siento exploradora, así que me encasqueto el salacot y los prismáticos y allá que voy. Llevo ya más de 500 palabras que es lo que solían durar estos post, tipo columna de periódico, así que aquí os lo dejo. Espero que os guste.

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Cuento en educación y terapia con Claudine Bernardes

Aquí encontrarás cuentos, actividades e investigaciones que promueven la educación y la terapia por medio de la narrativa. Claudine Bernardes es escritora y especialista en cuentos terapéuticos. Docente de narrativa en terapia en la Clínica Escuela del Instituto IASE con sede en Valencia, España.