Cada uno somos como somos y los que tenemos la lágrima fácil, aunque en alguna ocasión tengamos que aguantar la mirada condescendiente del que en ese momento nos ve llorar, tenemos mucho ganado. Confieso que cuando me emociono con una peli, con la música (eso me pasa mucho, pero mucho, mucho) o con un testimonio de esos que te tocan la fibra, siempre intento contenerme para que no se me salten las lágrimas, lo cual es peor, porque al final aquello es como una olla a presión… toda esa emoción, ese nudo en la garganta, estalla provocando que el sonido sea más fuerte y el que esté a tu lado te mire como diciendo: «Venga, ya está otra vez echando el moco». Porque una cosa lleva a la otra, y ese conducto interno que eleva las lágrimas hasta nuestra retina pasa también por el conducto nasal provocando un despeje absoluto de parte de los orificios de nuestra cara. Esa es la primera ventaja: mantenemos un nivel óptimo de hidratación, es como una labor de mantenimiento sin necesidad de suero fisiológico o colirio. Lee el resto de esta entrada
Archivo mensual: junio 2015
FIN DE CURSO
Hoy es viernes, pero no un viernes cualquiera. Para los niños de esta comunidad autónoma, aquellos que cursan los ciclos de infantil y primaria, este viernes habrá sido el que marcaba su fin de curso por la mañana y el inicio de las vacaciones por la tarde. Porque sí, porque cuando se presentan las vacaciones, las tomamos desde el minuto uno, porque nos lo merecemos y porque necesitamos reivindicar ese merecido descanso después del duro trabajo. Atrás quedarán los madrugones, las largas tardes frente al escritorio con esos deberes que algunos días se hicieron eternos, las quedadas en casa para hacer aquel trabajo en grupo, los recreos, los entrenamientos… Lee el resto de esta entrada
TIEMPOS DE ESPERA
Hoy me siento como el conejo de Alicia, corriendo, corriendo con el reloj en mano con la absoluta certeza de que estoy llegando tarde pero queriendo llegar igualmente. El tiempo, que se escapa. El tiempo que me encorre. El tiempo que, contradictoriamente, de vez en cuando me regala momentos de espera… Ahora me toca esperar todas las mañanas unos minutos acompañando a tres ancianos que esperan a que llegue el microbús que les lleva a la residencia. Uno de ellos no sabe ni a que espera, por el no esperaría y andaría sin rumbo, aunque tenga que parar cada tres pasos porque esa pierna no sabe lo que le pasa, pero no va bien… El otro anciano, como no habla y apenas te mira, no sabemos lo que espera. Lee el resto de esta entrada