Se llama Dele y desde hace bastantes meses forma parte de mi vida. Siempre, siempre que paso por la puerta (con la persiana arriba) de un supermercado del barrio, siempre está allí, como un centurión romano, franqueando mi paso, a la entrada y a la salida. Siempre, siempre permanece de pie, a veces ligeramente recostado en la pared, pero en cuanto pasa cualquiera se pone más derecho y saluda, con esa sonrisa que saca a pasear junto a sus palabras. ¡Buenos días! ¡Buenas tardes!, ¡Hola,! ¿qué tal?… Tiene la voz ligeramente ronca y ese acento africano que mi ignorancia no permite identificar el país exacto de procedencia. Lee el resto de esta entrada
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SER SENCILLO TE HACE GRANDE
Hace unos años Cáritas lanzó su campaña de concienciación «Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir». No es sólo una invitación a compartir con los que más lo necesitan, es mucho más, es toda una declaración de intenciones, un estilo de vida. Hasta entonces, creo que no había reparado en una palabra tan grande, hasta el punto de que ese término continuamente se asoma por mis pensamientos. Muchas de las opiniones que escucho, muchísimas de las noticias que leo, el hilo de mis pensamientos siempre acaba en la misma conclusión: vivir con sencillez. Esa es la clave.
Hace unos años me parecía inconcebible aprovechar para salir estos días pilaristas de vacaciones a otros lugares. No podía perderme ese ambiente de fiesta, imagen de una ciudad cálida, simpática y acogedora pero, visto lo visto, cada vez entiendo más a los que aprovechan estos días para escaparse fuera de nuestra ciudad.
El otro día, gran parte de los oyentes que se decidieron a intervenir en el espacio de Estudio de Guardia de Radio Zaragoza era para protestar o defender a los peñistas en éstas y pasadas Fiestas del Pilar. Yo estaba de acuerdo con los que los defendían, cuando decían que las Peñas son el alma de la fiesta y que la alegría que transmiten en todos los actos contagian al resto del personal, pero también estoy de acuerdo con los que decían que los excesos de alcohol con los que se empeñan en exhibir sus ganas de divertirse consiguen que empecemos a cansarnos y nos dé por generalizar que los peñistas son todos unos marranos y unos maleducados. Juanjo y David, con ese ánimo conciliador que les caracteriza, no paraban de pedir que dieran soluciones y, las más drásticas, supongo que aderezadas de una gran dosis de impotencia, sólo encontraban la prohibición como forma de atajar el problema: Prohibir la formación de peñas, prohibir la venta de alcohol…
¿Y la educación? ¿Y la actitud? ¿Y el ejemplo? Igual os parece ciencia-ficción pero, sinceramente, me hubiera gustado escuchar en el balcón del ayuntamiento unas palabras por parte del pregonero invitando a todos, peñistas, zaragozanos, visitantes, a vivir unas fiestas alegres pero sin excesos, vivir la fiestas con SENCILLEZ… Repitiéndolo hasta acallar los vítores y gritos de abajo. Puedo imaginar el efecto de esas pocas palabras: toda la plaza en silencio, masticando lo que se acababa de escuchar por los altavoces y haciendo una pequeña reflexión de lo que eso significa para, acto seguido, alguien gritar «yo me apunto»… » y yo»…. «yo también»… al más puro estilo de la clase del profesor Keating en el Club de los Poetas Muertos. Lo dicho: ciencia-ficción, utopía, sueños…