El último fin de semana antes de salir de cuentas en el embarazo de L recuerdo perfectamente qué hicimos. Fuimos al teatro. Wikipedia en este caso no consigue aclarar el borrón que el paso del tiempo se empeña en instalar de vez en cuando en mi memoria. Creía recordar los actores pero buscándolos no hay ninguna entrada que coincida con mis datos así que simplemente contaré que era una comedia de intriga que nos hizo reír y disfrutar del momento mientras L, algo inquieta, no paraba de dar patadas reclamando acaparar toda nuestra atención como así lo hizo pocos días después. Lee el resto de esta entrada
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SORPRESA
Que bueno es saber dejarse sorprender y, aún sabiéndolo, cuánto nos cuesta a veces.
Cuando la monotonía de la vida y, sobre todo, las «obligaciones» te llevan siempre por el mismo camino, hay que hacer lo posible para buscar algún momento «no programado». Yo me encontré con ese momento el pasado domingo. Por casualidad (aunque cada vez estoy más convencida que la suerte también hay que buscarla) el Teatro Principal tuvo a bien regalarme dos invitaciones para su función del domingo. Y, aunque una amiga enseguida intentó contagiarme su entusiasmo por la función, os tengo que confesar que no estaba yo muy «contagiable» esos días…
Sin embargo, cuando llegué a las taquillas del teatro y me entregaron este sobrecito tan enigmáticamente cerrado ya me empecé a emocionar… Hasta me costaba abrirlo, como quien quiere mantener por unos segundos más la ilusión por descubrir el regalo dentro del envoltorio.
Una vez en el hall del teatro (Mira que es bonito, por favor!!!) me dediqué a observar al público que poco a poco fue llegando y me gustó mucho ver, sobre todo, señoras mayores, incluso en silla de ruedas, pero estupendamente arregladas, conservando ese glamour de «salir al teatro». Pero además también descubrí muchas sonrisas… muchas caras de ilusión.
Al poco ya nos invitaron a pasar mientras en la entrada al patio de butacas un… ¿artista? nos chutaba un balón de fútbol con la intención de que jugáramos con él… Algunos pasaban rápidamente dejando que fueran los niños los que le devolvieran el balón. Un guiño al Mundial pensé yo.
Mientras JL buscaba un poco reticente nuestros asientos, demasiado cerca del escenario, mira que estos nos sacan…. que vergüenza… yo ya me descubrí una sonrisa en la cara que no me quité en toda la función. Una señora inglesa entonaba una melodía de fondo sentada en las escaleras del escenario mientras pedía que alguien le enseñara a cantar una jota… yo le negué con la cabeza.. mmmmm no, cantar, de momento, no… Mientras un… ¿camarero? nos ofrecía amablemente ¡un vasito de café! Riquísimo, expresso italiano, sin duda (una pareja de la fila de atrás nos preguntaba con un ligero tono de envidia si estaba bueno, ya que el olorcillo que despedía ya lo indicaba). En unos minutos, dando tiempo a que todo el público estuviera en sus asientos, no sin antes recoger todo el menaje del cafecito inesperado, comenzó el espectáculo.
Por cierto, todavía no os he dicho qué función tocaba esa tarde. Bueno pues lo que descubrimos fue un extraordinario espectáculo de «circo contemporáneo». Sobre el escenario y como único atrezzo un armario totalmente desmontable que, ríete de los trabajos de bricomanía, y 4-5 acróbatas (el 5º era más músico que acróbata, aunque también). Cerca de hora y media de expresión corporal, baile y un sinfín de piruetas magistral (y admirablemente) ejecutadas, bajo el hilo conductor de una historia de relaciones humanas (bueno, y animales en algún momento…. qué risas!) y en torno a esa música, unas veces evocadora pero en todo momento totalmente estimulante.
Os dejo el enlace aunque siento deciros que la magia que desprende el directo, la sala, el teatro…. es imposible sustituirla por la pantalla de vuestro dispositivo… Pero, si vuelven, no dudéis en dejaros sorprender.