David es nuestro Forrest Gump particular. Y todos los demás, en algún momento, hemos sido su Teniente Dan. A David lo conozco desde hace una eternidad. Entonces, a su lado, yo me creía mucho más mayor que él, cuando no dejaba de ser una chica a punto de estrenar mayoría de edad. Ahora ya no nos llevamos tantos años. Como no me he movido del barrio en el que me crié y él tampoco, nos hemos seguido viendo siempre, aunque eso no quiere decir nada. Estoy segura que si me hubiera mudado a Australia, hubiera seguido teniendo noticias suyas. Se las habría apañado para conseguir mi dirección y mandarme una de sus entrañables, a la par que ininteligibles cartas. Lee el resto de esta entrada