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VACACIONES

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VACACIONES

Hace unos días, más de una semana ya, que volví de ese viaje que dejaba intuir en mi anterior post. Aterrizaba de nuevo, ahora ya en casa, quizás un pelín menos pálida y bastante más relajada, a pesar del cansancio del viaje. Las vacaciones llegan cuando llegan. No todo el mundo puede disfrutarlas en verano y, en nuestro caso, este año así ha sido. Las hemos disfrutado pasadas las navidades y cuando el año siguiente ya llevaba unas semanas de andadura. Y si esto no era motivo suficiente, al descanso laboral hemos sumado una celebración pendiente, la de nuestra Reluna de Miel, colofón de aquella Reboda que sí celebramos en su momento, al comienzo del pasado verano.

No sé si en la mente de nuestros amigos, cuando decidieron regalarnos «una experiencia», estaba aquel post que escribí hace ya más de cinco años. Lo que sí puedo decir es que, en la nuestra, en nuestra mente, se convirtieron en la mismísima lámpara de Aladino y, lo que en abril era una idea descabellada, poco a poco fue tomando forma a lo largo de los meses.  Una buena amiga me dijo algo así como que los viajes se viven tres veces: cuando se planean, cuando se realizan y cuando se recuerdan…. Así que a ello vamos, a por la tercera fase, la de recordar.

La verdad es que nunca habíamos planeado viajar a California. Nos conformábamos con conocer aquella cultura a través del cine y poco más, pero resulta que al Sr. Sting se le ocurrió protagonizar su musical por aquellas tierras y dijimos ¿y por qué no?. Me gusta pensar que la cara de asombro, y también de alegría, de nuestra gente cuando les dijimos el destino de su regalo nos ha proporcionado algo así como una energía positiva para disfrutar este viaje en todos los sentidos y para que todo nos haya resultado perfecto. El vuelo bien: nuestras maletas siempre controladas, aduana sin problemas, horarios dentro de lo correcto… Alojamiento también bien,  un motel sencillo, limpio y de acuerdo a nuestras posibilidades económicas. ¿Y la gente? Bastante amable, también. Nuestro primer contacto, la persona con la que primero tuvimos que interactuar, fue el agente de aduanas, un señor yo diría de origen filipino que se esforzó en todo momento por hablar español y sonreir mucho. Yo me lo tomé como su manera particular de darnos la bienvenida a USA. Eso me lo apunté. Cuando vea que se complica la comunicación sonreiré mucho. Funcionó.

Las señoras asiáticas que regentaban el Donut King, madre e hija en mi cabeza, también sonreían mucho. A sus clientes siempre. Entre ellas había momentos en que se decían de todo, pero yo veía buen rollo entre ellas. Nunca olvidaré sus vocecillas cantarinas mientras repetían los pedidos. El Donut King lo descubrimos nuestra primera mañana en Santa Mónica, camino del Pier (el muelle desde el que vimos por primera vez el océano Pacífico) y a escasos diez minutos andando de nuestro motel. El Donut King estaba al lado de un Starbucks al que nos resistimos a entrar hasta el último día en el que, y por no hacerle un feo, ya que pasábamos todos los días por la puerta, surgió tomarnos el último café americano mientras hacíamos tiempo antes de devolver el coche a la casa de alquiler y abandonar el país a través de la puerta de embarque del aeropuerto. El Donut King era un local bastante particular. En principio parecía un local de take-away al que luego habían decidido añadir, para aliviar la espera de sus clientes mientras preparan los pedidos, una mesa y sillas que tenían por casa y otras que habían rescatado de la basura de la reforma de algún local cercano de comida rápida. Mucha gente entraba a por sus cajas de donuts, como si fuera una pastelería, pero unos carteles invitaban a degustar gran variedad de sándwiches a la plancha que estaban espectaculares. También me encapriché con esos zumos que han puesto de moda las celebrities y me quedaba fascinada mientras metían a la máquina zanahoria, apio, fresas, manzana o lo que les pidiese y luego sellaban con plástico el vaso para que resultase más fácil tomarlo por la calle. Allí aprendimos lo que luego vimos en el resto de cafeterías que conocimos, que el tema de la leche y el azúcar funciona en plan self-service. La verdad es que era difícil encontrar cafeterías donde te sirviesen el café en taza. Aún así, las encontramos. La mayoría utilizan los vasos de plástico o de cartón, opción muy poco sostenible con la que la vocecilla de Greta asomaba por mi oreja impidiéndome disfrutar uno de mis momentos preferidos del viaje: el momento desayuno en el Donut King. A lo largo de la semana tuvimos la oportunidad de desayunar con las risas de las adolescentes del Santa Mónica High School haciendo los deberes en el último momento y contándose sus cosas; con la charla de unas mujeres que bien podrían ser Salma y Pe, eso sí,  vestidas como si fueran a rodar con Almodóvar (cero glamour), hablando de sus países y contándose si volverían o no; con aquel tipo en skate y americana que me recordaba ligeramente a Billy Crystal; con el señor afroamericano que entraba y saludaba bromeando familiarmente con las dueñas como si fuera el mismísimo Will Smith… ¡Oh, yeah!

(To be continued)

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LA BELLEZA

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LA BELLEZA

Tengo una amiga que le encanta la belleza. Lo intuyo porque de vez en cuando inunda nuestro whastsapp con fotos de amaneceres, de alfombras de hojas otoñales, de calles y plazas de ciudades absolutamente maravillosas, de música… Le encanta la belleza y le encanta compartirla. Creo firmemente en el efecto contagio, tanto para bien como para mal. En este caso agradezco enormemente su actitud.

Uno de los preceptos del mindfulness es la atención consciente. Hace un tiempo, en la escuela de padres del colegio de mis hijos, cuando apenas se oía hablar de esta técnica, ya tuve oportunidad de descubrirla en unos talleres que tenían un extraño nombre: “Talleres de Interioridad”. El tiempo me ha llevado a confirmar que sencillamente consiste en eso, en interiorizar los beneficios que nos aporta ser conscientes de todo aquello que la vida nos regala en el día a día. En aquellas sesiones nos “enseñaron” a pasear con una postura que predisponga al cuerpo a recibir todos esos pequeños mensajes que podemos encontrar en el camino. Lo del regalo es una conclusión que yo saqué al practicarlo, porque al final llegas a percibir todo como un precioso y maravilloso regalo. Y sobre todo nos enseñaron a poner atención en todo lo que nos encontramos en el camino.

Como todo en esta vida, sólo se trata de practicar, hasta que llega un momento que sale solo. Como pisar el acelerador o el freno en el coche o teclear las letras para escribir este post.

La otra mañana veía el reflejo del amanecer en la ventanilla del tren de cercanías en el que me desplazo todos los días a trabajar. Somos animales de costumbres y, desde el primer día que monté en el tren, siempre suelo buscar el mismo asiento, en el mismo lado. Desde aquella mañana, he cambiado de lado e incluso estaría dispuesta a sentarme en dirección contraria al sentido del tren si con ello puedo regalarme otro amanecer como el de aquel día. No se ha vuelto a repetir (al menos en el momento-tren).

A veces nos come la monotonía del día a día y nos parece que vivimos en un continuo día de la Marmota, como Phil Connors (Bill Murray) en aquella película, para mí un clásico, de los noventa. Desde aquellos talleres ya no lo creo. Siempre hay pequeños momentos que hacen el día a día diferente y, por mucho que nos empeñemos en repetir patrones, sobre todo cuando buscamos aquellos momentos felices y realmente memorables, no lo vamos a conseguir. Sospecho que más bien la clave está en poner atención en todo aquello que nos podamos encontrar y observar cómo va cambiando nuestra percepción de ver las cosas. Phil Connors, al principio de la historia, es un tipo necio y engreído, como cantaría la gran Rocio Jurado. Pero Phil, conforme va descubriendo nuevas cosas en su monótona y aburrida existencia en Punxsutawney, va cambiando su mirada, hasta convertirse en una bellísima persona, incluso en un ser de luz, me atrevería a decir.

Estos días convulsos en los que el día de la Marmota se manifiesta en las calles y carreteras de nuestra querida Cataluña, me gustaría que hubiera más Phil Connors que supieran ver un poquito más allá y mirar más a los ojos de los demás hasta encontrar ese ser de luz que todos podemos llevar dentro. En cuanto a los políticos, no sé qué pensar. La realidad nos demuestra día a día que ellos sí que son casos perdidos.

Foto de portada de Freepik

RECORDANDO A KATE

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RECORDANDO A KATE

Leo que, tal día como hoy, hace quince años, murió  Katherine Hepburn, Kate para los amigos. Busco en la estantería el libro que me lo confirma. Que me confirma que era Kate para los amigos y que me da la libertad de considerarme con ese privilegio. La magia de los libros, que nos acerca de tal manera una persona que hasta nos creemos gozar de su amistad.

Para los que seguís este blog no os descubro nada nuevo. Muchas de las imágenes que he utilizado para ilustrar mis post son de ella. Nunca defrauda. Sea el tema que sea, no resulta difícil encontrar una imagen donde ella lo representa.

Estos últimos meses, justo en los que no he sacado fuerzas ni tiempo para alimentar este blog (mil perdones), la he recordado mucho. Y todo por un sólo tema, el feminismo. Y sin embargo, no creo que ella se sintiese abanderada de ninguna causa, ni siquiera la feminista. Era demasiado libre para atarse a nada ni a nadie que no fuese ella misma. Cada vez que he leído noticias sobre el renacimiento del movimiento feminista, cada entrevista de Sandra Sabatés en el espacio «Mujer tenía que ser» de «El Intermedio», en la jornada de manifestación del 8-M, en los días previos cuando me asaltaban las dudas (¿dudas?) sobre la necesidad o no de manifestarme, en alguna de las conversaciones con mi madre, con mi hija, con amigas… Siempre acababa pensando en ella. Las películas también forman parte de mi educación y, no sé por qué curiosos algoritmos de mi cerebro, recuerdo flashes de escenas de sus películas que me reafirman como la mujer feminista que quiero ser. La mujer feminista que debo ser. Yo era una niña, pero si algo tenía claro es que las mujeres podíamos llegar a hacer todo lo que nos propusiéramos. Y eso era gracias a sus personajes. Primero fueron sus personajes y luego fue ella misma. Siempre me fascinó su libertad para elegir. Elegir proyectos, elegir equivocarse, incluso elegir amar a un hombre egoísta, pero siempre fiel a sí misma aunque eso implicase ir en contra de lo que la industria cinematográfica o la misma sociedad daban por hecho y norma. Y, para mí, esa es la esencia del feminismo. La libertad de decidir, pero en igualdad de condiciones, claro está… Y en eso estamos.

El libro del que os hablaba se titula «Recordando a Kate«, escrito por A. Scott Berg que la conoció cuando ella acababa de cumplir setenta y cinco años. Le dio permiso para escribir estas memorias con la promesa de no publicarlas hasta después de su muerte. Ojeando la colección a la que pertenece, una colección de memorias y biografías de la editorial Lumen, observo en la solapa que sólo uno de los libros cuenta la vida de un hombre. El resto son mujeres. Y es que… ¡tenemos tanto qué contar!

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UNA DE GANGSTERS

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UNA DE GANGSTERS

Desde que leí hace tiempo esta columna de Reverte yo también «me pregunto cómo hacen los que no vieron cine ni leyeron libros para interpretar la vida». Por eso, cuando J me propuso que viera con él una serie en Netflix que no era precisamente la que yo hubiera elegido, no me pude escaquear. Hace tiempo que asumí que absolutamente nada de lo que «yo le recomiende» va a influir en su libre criterio de lo que quiere o no quiere ver (en todo caso, la moneda siempre caería en el lado del no), así que si «una amiga le recomienda algo», no voy a ser yo quien lo censure. Eso sí, ya que me invita, no voy a perder la oportunidad de carraspear llegado el caso y hacer notar de algún modo que tal o cual escena no es del todo un modelo a seguir en la vida… Lejos quedan los tiempos en que Peter Pan y su adorable tropa aparecían en la pantalla de mi tele un día sí y otro también. Demos paso a Tommy Shelby y sus Peaky Blinders.

Creo que me perdí los primeros capítulos pero su empeño por ponerme en antecedentes, con aquello de que la trama empezaba acabada la primera guerra mundial, con fechas y detalles que bien le pueden venir en futuros exámenes en el colegio, me reafirmó en mi buena disposición para empezar a verla con él. Vamos por la cuarta temporada. Uno de los puntos a favor, que las temporadas son cortas. No se andan por las ramas. Ni falta que hace. Una trama principal con todo el peso en el personaje de Tommy y las justas secundarias para enriquecer al resto de los personajes no necesitan más capítulos. Más puntos positivos: la música. La banda sonora acompaña de una manera absolutamente embriagadora. Un pequeño inciso por comparar. Hace poco empecé a ver algún capítulo de Las Chicas del Cable y de hecho ahí anda, en el limbo de las series sin acabar… Aunque también es verdad que para gustos colores. Sigamos: los comienzos de capítulo… enlazando con el final del anterior de una manera que te anuncia que algo gordo va a pasar a lo largo de éste. Así sí se engancha a la gente. Así sí. Los diálogos… aunque Tommy Shelby sea un hombre de largos silencios y pocas palabras. Los diálogos con los villanos de cada temporada me recuerdan tanto a las pelis de antes. Y luego están los personajes femeninos… Polly, Ada, las distintas amantes del protagonista… Merecerían otro post aparte. Me lo pensaré.

El punto negativo lo marcaría mi conciencia social de madre madrísima. He tragado mucha saliva viendo esta serie en el mismo sofá que ese larguirucho que hace nada era un bebé. Me temo que él también. Cuando era pequeño y en alguna escena había demasiados besos o le daba miedo, se echaba a correr por el pasillo o se tapaba la cara con la primera almohada que pillaba. Ahora, cuando los besos van siempre más allá, se pone a mirar el Instagram no se haya perdido algo interesante en los últimos veinte minutos… Me acuerdo de mi madre… Qué fácil lo tenía con aquello de ¡uy, mira, dos rombos, mayores de dieciocho años, ale, a la cama!… Y a la cama que me iba… Sacudiéndome esa pequeña losa de estar viendo algo políticamente incorrecto por lo que fácilmente pudieran quitarme la custodia (y no lo digo sólo por el sexo), comienzo a analizar la serie y descubro que no se aleja tanto de aquellas películas en blanco y negro que me cautivaron a su misma edad. Los de mi generación nos lamentamos que nuestros hijos apenas conocen el cine clásico. Realmente, tienen una oferta tan amplia que sólo algún que otro bicho raro buscará aquellas películas que veíamos nosotros en la tele. Con este pensamiento se me acaban los argumentos para censurarle la serie. Qué le voy a decir cuando yo misma crecí convencida de que hasta el mismísimo Bogart escondía un tierno corazoncito debajo de aquella gabardina.

Casablanca escena final

PALABRAS Y NUMEROS

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PALABRAS Y NUMEROS

Vuelvo a este blog después de un mes sin publicar y lo primero que me encuentro es que ha cambiado un poquito la plataforma. Os enseñaría como es ahora pero, salvo los que os manejáis con WordPress, al resto os iba  a sonar a chino, así que me ahorro indagar cómo hacerlo. He impreso un pantallazo pero ahora no sé cómo narices ponerlo para que lo veáis, así que no me lío más. Realmente, lo que ahora me apetecía era contar alguna cosa y, si me entretengo buscando y haciendo probatinas para hacer algo nuevo, esta entrada tampoco saldrá a la luz. Probatina… me dice el corrector que esta palabra no está bien escrita, no la reconoce, sin embargo yo la utilizo a menudo en mi lenguaje coloquial. Sobre todo hago probatinas cuando cocino, o cuando chapuceo con el ordenador. Chapucear… mira, esta no me la marca. Sin embargo me parece una palabra tan rara como la otra… Me encantaría tener a mano el diccionario de María Moliner para saber si ella las recogió. Lee el resto de esta entrada

MELODÍAS QUE EMOCIONAN

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MELODÍAS QUE EMOCIONAN

Siento que me encuentro en un momento muy dulce de mi vida, sin embargo, cuando toca repasar el camino recorrido y manifestarlo en voz alta, todavía se me hace un nudo en la garganta. Es lo que tenemos las personas ultra-sensibles. Además de percibir olores, sonidos, colores, sabores, caricias, con una especial intensidad, vivimos momentos que nos emocionan irremediablemente. Con una melodía, con una imagen, con muchos recuerdos y momentos vividos… y al hablar se nos nota, Lee el resto de esta entrada

EL FINAL DEL VERANO

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EL FINAL DEL VERANO

Piensas que sí, que el final del verano llegó, como cantaba el Dúo Dinámico, cuando comienzas a ver anuncios de fascículos coleccionables o cuando al librero de tu barrio se le amontonan los cartones de los números uno del coleccionable de turno junto con las cajas de los nuevos libros de texto. Es así. No hay vuelta atrás. El verano se acaba irremediablemente. Lee el resto de esta entrada

DE JUEGOS, LIBROS, PELIS Y PARQUES

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DE JUEGOS, LIBROS, PELIS Y PARQUES

Siempre hay un momento en que los niños manifiestan sus sueños de mayores, sobre todo a través de los juegos. Maestras, peluqueros, médicos, astronautas, granjeros, bomberas, policías… Para eso las cajas de Playmobil son una auténtica maravilla y una fuente interminable donde la imaginación hace el resto. Luego, conforme van creciendo y ya no tienen tanto tiempo para jugar, cuando gracias a nuestras diversas y cambiantes leyes de educación (aquí viene cuando me entra la ira, pero como éste pretende ser un post amable, me voy a callar, me voy a callar…, me voy a callar), tienen que empezar a tomar decisiones y elegir asignaturas que, se supone, les ayudan a «enfocarse profesionalmente», comienzan las dudas y los quebraderos de cabeza. Lee el resto de esta entrada

VOCES EN MI CABEZA

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VOCES EN MI CABEZA

Es curioso el cerebro. Ahora que nos comunicamos más por WhatsApp y mensajes en redes sociales que de tu a tu, ahora que escribimos y leemos más que nunca, mientras leo mentalmente los mensajes de un chat con amigos, en mi cabeza suena la voz de la persona que está hablando en ese momento. Porque… ¿A vosotros también os pasa, verdad? (Como sólo me pase a mi, prometo que me lo miro y me voy derechita a un neurólogo que meta mi cerebro en algún laboratorio y de allí no lo saque).

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PARA PENSAR

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PARA PENSAR

Confieso que me preocupa. Me preocupa cuando mi hijo me cuenta que los chavales, entre clase y clase (supongo), «juegan» a esnifar polvo de tiza como si fuera coca… Me preocupa cuando el argumento de una chica, para no poner la fecha de un examen en lunes, sea «porque el fin de semana ha quedado con el Jona» (léase «Yona»). Aunque eso signifique que el jueves se les acumulen 4 exámenes a la vez. Y me preocupa que el resto de la clase no disientan y acepten sin más… ¿Por qué? ¿Porque es «la más popular», la líder?  Lee el resto de esta entrada

GEOPOL 21 antig

Medio de análisis de la geopolítica global

Francisco Yagüe Ágreda

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Comentarios en: Sobre encargos y expectativas

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Cuento en educación y terapia con Claudine Bernardes

Aquí encontrarás cuentos, actividades e investigaciones que promueven la educación y la terapia por medio de la narrativa. Claudine Bernardes es escritora y especialista en cuentos terapéuticos. Docente de narrativa en terapia en la Clínica Escuela del Instituto IASE con sede en Valencia, España.