Justo hoy, hace cuatro años, publiqué mi primer post en este mi blog. Lo he recordado de pura casualidad. Después de meses sin apenas abrir wordpress, hace unos días recuperé esta afición mía que tantos buenos ratos me ha aportado y justo hoy, dejándome llevar por esa pequeña vanidad que los aprendices de escritores llevamos a cuestas, la de desear que alguien nos lea, he vuelto a entrar, he mirado el calendario y me ha dado un pequeño pálpito, como cuando sientes la necesidad de marcar el número de teléfono de tu amiga del alma. Mi memoria ya no es lo que era y he tenido que hacer una comprobación para confirmar mi corazonada. Efectivamente, el 4 de julio de 2014 me atrevía por fin a estrenar lo que llevaba días preparando.
De la manera más tonta me auto-impuse publicar y cumplir religiosamente cada viernes por la tarde y, poco a poco, este blog fue creciendo en número de entradas y lectores que, con sus tímidos comentarios, acabaron convirtiéndose en amigos. La verdad es que nunca llegué a imaginar que llegaría hasta aquí y, aunque este último año ya no he seguido siendo tan constante en mis publicaciones, pienso seguir al pié del cañón. Lo que al principio sólo era un entretenimiento y una vía de escape para aprender e incluso hacer terapia, escribir en este humilde blog, se ha convertido en motivo de grandes alegrías. Al hilo de esto, tengo alguna historia que todavía me da un poquito de pudor contar por aquí, pero seguro que el día menos pensado me lanzo y lo cuento. Es extraño porque muchas veces siento que he contado demasiadas cosas personales, por eso hablaba antes de terapia… son muchas las contradicciones en las que caigo constantemente, pero bueno, tampoco pasa nada.
A mis fieles lectoras (creo que gozo de más mujeres seguidoras) y a mis tímidos lectores (que también los hay, aunque se manifiesten menos). A los que me leéis de vez en cuando, a los que aterrizáis en cualquiera de mis post por puro azar googleriano, a los que seguís fielmente todos y cada uno de los post, tarde lo que tarde en volver a escribir, a los que me comentáis y a los que no, a los que removéis Roma con Santiago para conseguir mi número de teléfono y llamarme después de veintitantos años sin vernos, sólo para decirme que os alegra encontrarme por aquí, a las compañeras de uni de L… ¡Millones de gracias por estar ahí!