Recuerdo el día de Reyes cuando tenía 10 años. No recuerdo qué me dejaron los Reyes en casa aquel día, no sé si fue el año del traje para la Nancy, con unas fantásticas botas blancas a lo Twiggy o fue el año del Cinexin, puede que sí. Lo que sí recuerdo es que aquella tarde mis padres habían quedado a merendar con unos tíos segundos, unos primos de mi madre con los que no nos veíamos muy a menudo pero que, las veces que lo hacíamos, eran como una fiesta. Me sorprendieron con un par de libros.