Siempre me pregunté por qué el parque infantil de la Plaza de los Sitios tenía el suelo acolchado y el del Parque Mercurio en el Barrio de San José montones y montones de tierra. Posiblemente los caros zapatos de las mamas del entorno a Isaac Peral no se pueden permitir cargar con polvo blanquecino el resto de la jornada. El caso es que ayer me acordaba de esta antigua reflexión mientras aceptaba la invitación de J de esperar los veinte minutos que nos faltaban para entrar en clase de música acercándonos al parque de la Plaza de las Chinas, en el Barrio de la Paz.
Supongo que si le preguntara cual es el parque de su vida me diría que durante el verano el «Parque de las terrazas» (el Mercurio) y durante el curso la Plaza de las Chinas, porque allí nos hemos pegado él y yo muchos raticos, los primeros años esperando a que su hermana acabara su actividad y los siguientes haciendo tiempo a que se hiciese su propia hora de acudir a las clases. Allí aprendió lo que es la paciencia haciendo fila en el columpio y me recordó que si una primavera me dio el tostón con que le ayudara a impulsarse en el columpio, ese mismo otoño, a la vuelta de las vacaciones en el pueblo, era él mismo el que ya sabía darse. Ayer volvió a guardar turno mientras merendaba (con el fondo musical inconfundible de las castañuelas repiqueteando), pero sentado, porque no le debía parecer bien que un chicarrón de doce años aguardara de pie, como intimidando, a que acabasen de hacer sus particulares acrobacias los niños, unos pocos años más pequeños, que en ese momento ocupaban los dos únicos columpios.
Es un parque peculiar. Pequeñito, encajonado entre varios edificios como si se tratara del patio interior de estas urbanizaciones particulares de los barrios más modernos. Pero tiene algo de especial y es que está en el Barrio de la Paz, esa República Independiente de esta ciudad, ese pequeño reducto como la aldea de Asterix y Obelix, siempre en lucha, siempre reivindicando, siempre movilizando. Y me gusta el espíritu del barrio y de sus gentes. Me gusta ese empeño por mover las conciencias y por fomentar la cultura en cualquier manifestación que se tercie. Me gusta cuando organizan los Festivales de Música Celta a finales de Junio o las Charlas de Otoño (aunque luego nunca me pueda quedar a ninguna).
Desde hace más de un año los rostros de Leonardo, Isaac, Cristobal, Mahatma o Alfred nos interpelan con esas miradas de genialidad. Es un parque ideal para ver caer las hojas en otoño, para pensar… mientras te interrumpe el llanto de algún bebe que tropieza dando sus primeros pasos en un suelo acolchado, como en los parques del centro de nuestras ciudad.
Yo aún paso muchas horas en los parques. A mis chicas y a mí nos gustan más los parques de tierra que los de suelo acolchado. En nuestro mapa de parques están el que hemos bautizado como “Parque del Túnel” (al lado del cole), el Tío Jorge, Macanaz, la desembocadura del Gállego, el Parque del Agua…
Y creo, como he leído hoy en una entrevista a Manuel Rivas, que “las verdaderas redes sociales están en los parques y jardines”. Te dejo el enlace:
http://www.heraldo.es/noticias/ocio_cultura/cultura/2014/11/24/manuel_rivas_las_verdaderas_redes_sociales_estan_los_parques_jardines_323971_308.html
Bsss
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Ja, ja, ja! Vuestros parques son de rio y los nuestros de canal… el agua nos mueve 😉 Muy buena la reflexión de Rivas. Gracias por compartirla. Besicos.
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